lunes, 29 de septiembre de 2014

Te Conocí



Te conocí cuando mi mundo giraba del revés, merced a conexiones que alentaban conversaciones en busca de un menester en forma de amor, escurriéndoseme las formas mientras fracasaba una y otra vez en el duro juego de enamorar. Te conocí cuando mi cordura pedía cuerpo nuevo por creer que esa era la culpa de tantas decepciones, cuando en el juego monitorizado en realidad lo que menos se plantea es el físico, y lo que más se utiliza es el intelecto. Te conocí cuando las musas de mi espíritu dejaron de lado mis neuronas para buscar un nuevo agente del asegurado donde depositar las simientes de su ingenio. Así me iba la vida, entre idas y venidas de corrientes y parientes, hasta que un día tu simpatía llamó a mi puerta y sesgaste con tu guillotina toda la parte negativa de mi vida, dando alas a mi dicha, permitiéndome de nuevo sentir el fresco olor de la pasión por vivir, por sentir, por escribir, por leer, por escuchar el leve vuelo de la mariposa, por dibujar tu rostro nada más despertarme, por sentir tu respiración a mi lado, por querer calentar tus pies en invierno, por sentir la dulzura de escuchar tu susurro en mi oído, porque eres totalmente maravillosa, porque me importas mucho, por pensar en ti todos los días, porque en definitiva, me estoy enamorando de ti, estrella polar que guía mi sendero…


Antonio Jiménez

viernes, 19 de septiembre de 2014

Amor-Duda... ¿Quién sabe cómo obedecer a la cordura?



No, no digas que fui yo el culpable de asentar
sentimientos inequívocos de profundo pesar,
sopesar que por palabras de cariño amor es dicho
es desequilibrar duelos de sentidos con sentida desdicha...

Antonio Jiménez 

jueves, 11 de septiembre de 2014

Preámbulo De Lo Desconocido



Tras la sombra del eco que murmulla un oleaje se encontraba Luis, meditabundo, sumido en sus pensamientos, sin encontrar respuesta a lo respondido ni atisbo de razón en lo sucedido. De pronto empezó a sonar “with or without you”. Lo estaban llamando al móvil. Echó un rápido vistazo a la pantalla del mismo y la imagen reflejada en él produjeron miles de mariposas revoloteando por su ansia. Un sudor frío recorrió su espalda, su boca quedó como un secarral andaluz y su voz quedó en lo más recóndito de su esperanza. La canción se difuminó entre el miedo inconcreto a una luz lejana que se aproxima por un túnel estrecho. Un silencio cerrado inundó la sala como el obituario de un vagabundo. Recrea que recrea Luis en su memoria no ceja por comprender

LO SUCEDIDO

La silueta de una niña con los brazos en alto soltando un alegato imaginario permanecía inmóvil acariciada por la tenue luz de una farola que, a su vera, protegía el significado de la imaginería popular. Pasando a su lado, en un instante equidistante, un hombre desaliñado, por nombre Luis, erguido, peinado con las manos, frente surcada por los matices del asombro y la decepción, ojos grises claro que invitan a perderte en ellos, nariz intermedia como la belleza de la Gioconda, boca pobre de estímulos pero rica en disimulos, barba mal arreglada que junto a su forma de peinarse, cree que le da un estilo alternativo y cuerpo normal como las caídas de hojas en otoño. Su andar, apresurado, su respiración, entrecortada, su destino, la cafetería Sedeustedmismo. Allí le esperaba Julia, chica mundana, de larga melena rubia rizada, ojos azules como el mar de Alborán, silueta marcada a fuego por maestros sopladores de vidrio y piernas inacabables como la pasión de los amantes Veronenses.
Se conocen bajo el tostado olor a café que manaba del local. Tan solo se habían visto en fotografías. Él siempre se escusaba tras un PC y no poseer CAM para no tener videoconferencias con ella. Y Julia con el tiempo se dejó acostumbrar. Dos besos cordiales tras un -hola, ¿Cómo estás?, -por fin nos conocemos en persona, -Ardía en deseos, y demás frases tópicas de encuentros pactados. Después cada uno en su silla, un camarero toma nota de un cortado y un capuchino con sacarina. Se miran a los ojos, cursando él un mar y ella jugando al escondite, tras murmullos cada vez más lejanos, acercan sus manos, se las acarician mutuamente, despacio, como el paso de los años en un niño. Luis sonríe a Julia, ella lo mira hechizada. Un breve espacio de tiempo que se eterniza por lo deseado del encuentro. Interrumpe el camarero -El cortado era para usted, y el capuchino entonces para usted. Ni se dan por aludidos, siguen viajando por el cosmos del deseo. Un repentino resorte por un pensamiento frío desconecta a Luis de su ensoñación -¡ostras, los cafés, que se enfrían! En ese mismo momento Julia recibe un puñetazo en lo más profundo de su entusiasmo, pero quiere ser prudente, no por dejar de escribir un bolígrafo con tinta se ha de tirar a la basura.
Ambos, en silencio, cada vez más arrinconado por los murmullos del local, se disponen a iniciar el rito del café. Azúcar para él y edulcorante para ella son vertidos en sus respectivas tazas. Movimiento circular con la cucharilla dentro de la taza no muy rápido pero sin pausa. Sacar la cucharilla, dar tres o cuatro golpecitos en el borde de la taza para dejarla sin gotas, dejarla en el platillo y entre sorbos y sorbos debería comenzar la

CONVERSACIÓN

-Bueno, dime guapísima, ¿cómo estás?-preguntó él para romper el incómodo silencio.
-Eso ya me lo has preguntado ¿no lo recuerdas?-le espetó ella.
-¿Eh? ¡Ah!, si, si, es verdad. ¡En que vé ese torpedo sexuá, por la gloria de su madre, que ni sabe dónde tiene su gromenagüer!-exclamo Luis para hacer gracia e intentar salir del apuro
-¡Vaya!, estás irreconocible… ¿Dónde está el romántico que me enamoró?
-Aquí, aquí, claro, soy yo. Luis ya tenía la sensación de que la tempestad podía más que él ante el timón.
-Luis, no me jodas que eras una puta ilusión, un fantasma, un falso, que lo que me decías era de otros y me he enamorado ciegamente de una irrealidad…
-No, mujer, claro que no. Mira, cielo, te aseguro que todas mis palabras salían de mis pensamientos, que era verdad lo que te decía…
-No me lo puedo creer. Te oigo en persona y no te conozco… ¿Cómo lo hacías cuando me llamabas al móvil? Yo alucino. ¿Dónde está ese hombre tan sensible que me hacía tocar el cielo con frases como “Eres la flor que inunda mi alma, tus pétalos son las alas que me insuflan deseo, tu estambre el dormitorio donde te poseeré, tu estigma el habitáculo secreto donde germinará mi simiente, tu sépalo el hogar que fundaremos y tu pedúnculo la unión perpetua entre nuestros corazones”. Me la aprendí de memoria de tanto leerla. ¡Dioooooosss….! Tengo que ir al baño.
Lo único que pensó Luis en ese momento es que iba a ir a retocarse el maquillaje tras orinar. La verdad es que ella abrió las compuertas de su alma y esta salió por sus ojos en forma de llanto desconsolado. Tras desahogarse en un mar salado, secó sus azuladas y rojizas ventanas, suspiró tan hondo como pudo entre arrebatos sordos de un hipo a punto de estallar y abrió la puerta del aseo. Frente al espejo vio una chica derrotada, vilipendiada, crédula y enamoradiza. Abrió el grifo de agua y el sonido de ésta contra el lavabo hizo que por un brevísimo momento, como un aleteo del colibrí, pasara por su mente toda la cascada de decepciones sufridas por parte de los hombres. Puso las manos bajo el grifo una pegada a la otra, formando una improvisada pila de agua bendita, solo que ésta iba a contener agua clarificadora.
Nuevamente uno frente al otro. Ésta vez la mirada de ella es inquisidora y la de él de asombro. Ya no hay manos acercadas y las caricias son un mero recuerdo. La taza que contenía el cortado está vacía. La que contiene el capuchino está dos milímetros por debajo de su nivel y completamente frío.
-Amor-detalló un confiado Luis. Has tardado más de lo que creía. Jejejejejejeje, las mujeres aunque entréis solas también tardáis lo suyo en pintaros los labios, jejejejejejeje.
-Vale, maldito bastardo, le vas a chulear a tu puta madre. Eres como todos los tíos. Una caricatura de un hombre de verdad-dijo Julia explotando sus pulmones en un torrente de voz que dejó el local en un inusitado silencio. Ella se levantó de la silla, se dirigió hacia la puerta del establecimiento, la abrió de golpe y la soltó tal como él había destrozado su corazón.
-Jejejejeje-fue lo único que supo improvisar Luis -Las mujeres, ni podemos vivir con ellas ni sin ellas, o algo así, jejejejeje-Se levantó de la mesa, se dirigió a la barra cubierta de una envejecida madera en tonos nogales. Podía sentir como lo miraban todas las personas de la cafetería, pero lo único que supo hacer fue pagar nerviosamente los cafés e ir con aire taciturno hacia la calle mientras se rascaba la descuidada barba pensando: “¿Qué le habrá pasado a ésta?

EPÍLOGO


Una rápida luz ilumina brevemente una densa oscuridad, viciada por la incomprensión de reconocer las cosas bien hechas y sin embargo desconocer el matiz que diferencia el amor del odio. Una canción irrumpe de pronto descomponiendo las partículas del silencio. “With or without youuuuuu... I can´t liveeeeeeee with or withouuuuut youuuuuu”. Una imagen ilumina lo caótico y una mano decidida atiende el móvil.
-Dígame-Casi susurra Julio inspirado por lo sombrío.
-¡Eres un hijo de puta cabrón! ¡Ojalá ardas en el jodido infierno!-gritó Julia llevada por un tsunami que la inundaba por dentro.
Luis siguió con el aparato en la oreja. Impertérrito escuchó cada palabra que el auricular le transmitió. Volvió a dejar el móvil sobre el sofá, se dejó caer sobre el respaldo del mismo y pensó: “Para mí que esta debe ser una malfollá”.


Antonio Jiménez

miércoles, 10 de septiembre de 2014

El ajustamiento



Sintiendo el gélido y pútrido aliento de la
muerte a mi lado, creo es hora de rendir
cuentas a un tiempo muy lejano pero cercano
en mi memoria, pues es cierto que en los seniles
recovecos mentales el pasado es más próximo
que el presente; por eso recuerdo como si fuera
hoy la triste noche que ahora me presto a rememorar.

Caía la fría oscuridad en enero, marcado día cinco
en el calendario, vísperas de reyes más concretamente,
cuando el infortunio de unos próximos acontecimientos
que me harán arder en el cadalso hicieron
de mí, entonces solícito caballero, un irresponsable
asesino sin cuentas ni auxilio por salvarla de su muerte.

Conocí esa noche a una dama muy guapa en la taberna,
y era en ese momento un juego pueril, una gesta
con recompensa, un hechizo babilónico que me hizo
inmiscuir en sus asuntos por ganar una apuesta, para
demostrar a los amigos que, además de conquistarla,
buena tanda de polvos le metía a la puta de Babilonia.

Y en esas me encontraba, presto con la zalamería,
en un rincón oscuro y apartado apropiado
para luego poder poseerla con mi miembro inhiesto;
al abordarla me rechazó por completo y preso de la ira
buen bofetón le di, pero quiso la rabia más y la así
del cuello hasta sentir su último aliento. Preso del
pánico salí corriendo y no caí preso. Ahora Satanás
me espera en el infierno pues mi dicha es el fuego eterno.

Antonio Jiménez

martes, 9 de septiembre de 2014

Lo borré sin querer...



Bueno, si, Google es muy puñetero, tenía abierto dos perfiles en él con dos correos distintos pero ellos lo asociaron entre sí y cuando esta mañana borré el perfil antiguo en el cual tenía un blog abierto hace la tira de años, van y me borra tambien este blog, y encima sin poder recuperarlo ni tampoco usar la misma dirección, así que he borrado la última palabra de ella para ser lo más parecida posible. Casi todos mis post se han ido a la nada porque el disco duro donde los guardaba hizo ploff, pero al menos adquirí una licencia Creative Commons y allí están algunos más los que están desde que desarrollaron las "nubes". Ahora soy más maduro y más cultivado, así que todos los textos, poesías y relatos serán revisados y posiblemente alterados. Con todo esto no digo que este blog vaya a ser un clon alterado del anterior. He recuperado de nuevo las ganas de escribir e iré publicando cosas nuevas. Un saludo y espero recuperaros de nuevo. Mi fan número uno, el señor Mariano Rajoy Brey, ya me ha mandado una fotografía con su expresión al saber que ya no existía mi blog.

Antonio Jiménez

Si, es amor



Un suspiro que de tus labios tan profundo
sale, me parte el alma y me llena hasta
la savia pues penetra en mí, impertérrito,
hasta inundar mi espíritu por completo.

Un beso dado por ti, niña mía, llena de
luz tan complicada vida errante que una
vez guió mis pasos, ya que declina mis
suaves labios hacia tu dulce néctar.

Una caricia de tu mano es como cálida
brisa que colma mi desnudo cuerpo, atrapando
mi gracia entre mil algodones que simulan ser
tu anhelo abotagado de tanta pasión como exhala.

Un ansia por poseerte más allá de la locura,
silueta marcando el calor de dos enamorados
frente a frente, sintiendo tu fuente de vida
bajo nuestros vientres, entre saltos de cama.

Una pasión entendida como la unión de
dos cuerpos entrelazados en fuerte armonía
por la clara sustancia del amor que profesamos
uno por el otro, en claro arte del deseo.

Un entendimiento que va más allá de lo
racional pues el pecado es venial y la
sustancia del deseo se queda en verso
de suaves movimientos entre ardientes besos.


Antonio Jiménez