martes, 8 de noviembre de 2016

Designiax



No, no me digas basta;por favor,dime un te quiero, un sentimiento, una caricia, pero no me pongas más trabas.
Soy tu razón, he de ponerte a prueba-
Maldita seas, te cambio por el corazón-
No puede ser-
He de sufrir pues-

Antonio Jiménez

domingo, 21 de agosto de 2016

El bosque secreto


Me encuentro vacío. Ya tan solo me acompaña la soledad y los cánticos que envolvían mis ilusiones se van evaporando dejando tras de sí una estela que dibuja un camino que comienza donde terminan mis voluntades. Cada una de mis pulsaciones aminora su ritmo en un vacuo intento por separarse de mí, ya que lo único que las alentaban era mi extinto vigor desprendido.

Una vieja quimera de frágiles tormentos regresa a mí como la sombra del eucaliptus escarpa la savia de los viejos robles; su eco resuena como las llamas del erebo, agotando mi abaratado espíritu, encontrando la llave que abre los recuerdos ya olvidados, de mis ridículos, de mis agotados conciliábulos. Intento apaciguar el creciente lamento al recordar el tormento de tu insondable silencio mientras marcabas los mapas en los apaisados folios configurando tu huida…

La pluma parece desfallecer sobre la hoja donde anoto, desfragmentadamente, las voluntades que siempre quise emprender pero nunca me dejaste. Son tantas las cosas que pude prometerte, y sin embargo tu providencia se encargó de arrinconarlas en el más profundo de los recatos. No nos separaba unas ideas, nos separaban mares y océanos, pero nadé contracorriente, me ahogué y sobreviví hasta volver a encontrarte, mi voluntad por aquel entonces aún vislumbraba cuerdos acuerdos para así poder entregarte todo mi amor.

Pero ni quisiste mis tierras ni mis castillos, mis brazos ni mi mente, mi ser ni mi luz… Abatido y febril como me siento vuelven los fantasmas de aquel pasado no olvidado a tu lado, tanto amor entregado, tanto sentimiento arraigado, tanto odio desesperado, tanta locura me está dejando inhabilitado…

Ahora mismo quisiera fundirme en un bosque, sentir las maderas, las flores, la hierba, el sol inundándome, el rocío, la lluvia, la libertad porque muere mi ventura por no tenerte y por temerte ¿Acaso pensándolo con toda mi voluntad no puedo conseguirlo?

No, sigo entre estas cuatro paredes perdido, asustado, hundido…

Cómo desearía volver a ser niño, volver a sentir amor puro, belleza inabarcable, sentimientos no encontrados, serenidad y paz, la muerte hecha vida, la vida para llegar a la muerte, siempre en compañía, y no como ahora, pensando en un amor que se fue como fría hoja del árbol otoñal del bosque al que quiero pertenecer por siempre jamás.


Antonio Jiménez