martes, 24 de febrero de 2015

Mi Amada



Un frío recurrente se inmola en mi corazón,
no me es inesperado, me sabe a recuerdos vividos.
La tarde arrecia, la noche es desvirgada,
como cada día, como cada ocaso,
y yo, tan solo entre mi nada, espero y suspiro
por el regreso de mi amada. El frío se cala ya
en mis huesos, y me es conocido. A lo lejos
un olor reconocido apuñala mi alma.
Me separo de la manada y corro en su
búsqueda. Ahora la escena me deja inmóvil,
aparto la mirada e intento no aullar, pues
puedo aclamar a la muerte sin piedad.
Nunca podré olvidar tu bello cuerpo
flotando sobre la savia que antes
corría por tus venas, mi amada.


Antonio Jiménez

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